Thursday, December 14, 2006

Recuerdo esa fotografía que nunca diste a nadie.
Sólo hablabas de ella y de las aves desnudas que la poblaban.
Cuando te dije que tus besos eran como vino lila,
oscureciste y empezaste a jugar con las ramas de la luna.
Ahora estamos sentados aquí,
tu recuerdo y yo con las manos rotas.
Alguna vez te pregunte si te gustaban los pájaros de nieve,
la sangre de una nube se apoderó de tu voz
y me respondiste con la misma desidia de siempre:
Me gusta escuchar a las nubes cuando serenan,
yo también soy una nube.

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