Tuesday, September 26, 2006

Canción Montreal

Esta ciudad me mira con tus ojos,
parpadea

Luis García Montero

Montreal me mira con tus ojos,
me hipnotiza,
porque ahora,
después de tantos astros
y esta distancia,
tu paso aún me persigue por las calles,
la hojarasca de tus besos
se me embrolla en el cabello
y tu voz de literata herida
me susurra furtiva
entre los arces.

Lejos, muy lejos,
en otra orilla,
jugando a ser un dardo al viento por la tarde,
solo,
como un augurio de tu pelo y
el silencio virtual de tus manos,
me persigo a mí mismo
por encontrarte
en esta repetición pálida de la niebla,
inclinándome en ella
para no dejar caer la nostalgia
que zigzaguea ebria de melancolía
y pocos besos entre los faros,
e ir en busca de una copa de poesía,
aunque los bares ya estén cerrados,
las gaviotas empiecen a saludarnos
y sólo tenga monedas de memoria
en los bolsillos.

Esta ciudad me entumece con el sabor
a Agua Bendita partida de tus labios,
brotada del rocío de este parque
mirando a ese horizonte de siempre
que sólo toco en mis sueños,
perdido de nuevo por perderte
y sin música,
esperando que las noches me secuestren,
soñando lo debidamente indebido,
tratando de atrapar unos versos asustadizos
que se han puesto de acuerdo
y se han escondido debajo de los pastos.

Un momento,
no cuelgues,
la luna sonámbula del parque Stanley,
como tu mirada de sirena herida,
me contempla.
No está despierta pero sueña
que eres tú y cae en el canto
de un árbol dormido.
Crujen los pinos,
suspiran espirales, resucitadamente frescos,
al sentir tu olor a viento
entre la nieve nueva
y que lleva en los bolsillos
algo de un agosto a medio a comer,
aliento a blanquillos y lapiceros viejos
que no han dormido hace días.

Y todas estas bicicletas, la gente,
el tranvía repetido de las semanas en espera,
los monopatines locos de la vida
que resuenan paleográficos
en mi manzana de esperanza
y porque tomar el mismo autobús a la nostalgia
es tener como destino final
al chofer repitiendo:
“estamos en el final de la memoria,
gracias por viajar con sus recuerdos
y que tenga buen día”

Y porque estar sentado en una banca
es estudiar palmo a palmo
tu piel sin mácula,
deconstruyendo los huracanes
de mis versos sin sentido
apoyándome en un estudio psicoanalítico
de mis decisiones tontas
y todas sus consecuencias prolépticas.


Y hay tantas cosas que decirte, amor,
porque te extraño y no sé más quién soy.
Sólo desearía una almohada de hierba,
un surtidor que me dé de beber sueños,
días felices, tinta inacabable, infinita,
a falta de tus manos,
rosas con pétalos suaves como el polvo
y que acaricien mi rostro volcánico, ceniciento.
peces que pululen como sombras en mis ojos,
flechas de palabras, tacones de conchas,
zapatos preparados para la lluvia de mi alma,
y como ruego que la brisa traiga tu aliento.

Aquí te hablo, solo,
despiadadamente solo,
navegando, surfeando las olas de la madrugada,
tratando de comprender a la noche,
que me habla en un lenguaje de aves
y rechinos de burbujas negras
granizando desde el otro charco.


Y antes que se ve acaben las monedas,
estas calles te reinventan con estos ojos
de puerto siempre triste,
con barrios con gentes de todas partes,
los inmensos parques
donde se materializa el amor cada tarde,
y un viejo monte, testigo de nuestros sueños
y un río que ha saboreado nuestras lágrimas,
esta ciudad, con todos sus árboles,
sigue solitaria, tal que la dejaste.
Y estoy aquí sin más remedio que esperarte,
viviendo en una ciudad
arrebolada de recuerdos
y su perfecto balance de sonido
que también hipnotizas
con tu ausencia.

Thursday, September 21, 2006

Aterrizas de un sueño.
Aún húmed@ por todo ese néctar nocturno,
serenado de quimeras en tu piel,
estás tirad@ en esa cama,
eternamente vací@ de tiempo,
hasta que el despertador suene otra vez
con su cantar de gallo digital
o despegues nuevamente con AeroDesvario
a un universo paralelo.

Las sábanas están frías.
Puedes sentir esa soledad
de mundo tridimensional
que se escapa de ellas,
penetrando la acuosidad de tu alma,
haciéndote cubrir más y más con los edredones,
temblando humanamente
hasta los pensamientos,
y, de súbito,
como un golpe de ciruelas digitales
realisas una música
que suena afuera de tu ventana ficticia:
son aves que intentan descifrar
tu identidad de pájaro marino
autoexiliado en este sótano
de 500 pies cuadrados
y respiración de clausura.


Cierras los ojos por un momento
para no perder la costumbre
de mirar sin ellos,
y sientes ese cuerpo lila
que llega de vez en cuando
posándose a tu lado,
lo abrazas y acaricias,
se reconfortan mutuamente
y te quedas dormid@ junto a él.

Son las 7 a.m.
El sol también tiene frío
y se ha enrropado de nubes...

Wednesday, September 20, 2006

9:50 A.M. y si no corres
perderás el autobús al amor
que es impuntual como tú
y también está tarde.

Amb@s han pasado la noche
esperando una Mab que nunca llega,
perdid@s en versos color escarabajo,
luchando por no ser vosotros mism@s,
pero sólo un par de personajes literarios,
que divagan por un bosque de postes
llenos de sentimientos,
o como un reflejo de pelícanos
duplicados en el caleidoscopio
de aquella hoguera sagrada
que es la memoria de un sueño
al despertar por la mañana.

Corres por la vereda del ningún lugar
igual que una hoja caída de septiembre
en tu marcha conventual, a la noria
de los días repetidos,
a los que has pagado
una suscripción anual
que descuentan de tu tarjeta de crédito
y cuya factura te devuelven
en un sobre con olor a árbol muerto,
tinta con navajas multicolores,
demonios invisibles que tratan de comerte,
los que crees destruir en el ensueño
o con el tacho de reciclaje.

Subes al autobús que también ha demorado
y buscas un asiento fabulado.
Todas aquellas personas son conocidas
porque las desconoces
y todas esas miradas son tuyas
porque les perteneces.
Los autobuses, decía alguien,
son universos espontáneos
que te dan un viaje del tiempo de un orgasmo,
y que después olvidas al calmarte,
o al bajarte de él para querer ser
también un universo.

Y llegas finalmente,
y el amor te espera sentad@
en la misma silla y los ojos perdidos
por los jardines de la espera,
aguardando que ojalá
no sea muy tarde y que por una vez
se te quite esa timidez
de paloma herida por una ternura desconocida.

Tuesday, September 12, 2006

¿Sabes en qué se parece
leer una tesis de efecto caledoscópico,
tendid@ en la alfombra
de las dos de la mañana,
soñar página a página,
casiperdiéndose en ese universo
de ideas tamaño quark
y alma supernova,
cerrar el libro,
sosguardarlo en algún cajón nocturno,
salir al jardín sin febos
a cazar estrellas furtivas
que se esconden
detrás de la contaminación luminosa
y encontrarlas riéndose de un@,
regalarles una sonrisa y un mediodedo,
volver al estudio,
sentarse frente a la computadora
llena de polvo estelar,
y tratar de digitar un sentimiento
al borde de un corazón violeta,
resignarse, mandar apremiar mariposas
a la imaginación sonámbula,
ir a la cocina por un vaso de agua,
beberlo y sentir que cada trago
es un flechazo de memoria
recorriendo lo más profundo de las medias,
mirarse en el manantial de las ventanas
y sonreir, sentir ese temblor
que sale de los zapatos,
tratar de controlarlo
e ir al lavabo a mojarse las palabras,
refrescarse el rostro y trastocar el agua
por unos labios etéreos,
retornar al cuarto convencido,
abrir el baúl del pensamiento,
retomar la misma tesis iracunda
y darse cuenta
que eres tú,
quien ha causado todo esto?
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